Juventud e igualdad de género. Una reflexión hacia el mundo educativo
En el informe Jóvenes españoles 2021. Ser joven en tiempos de pandemia, publicado recientemente por el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica, se constata que el valor de la igualdad de género ha calado con fuerza en esta generación. Así, cuando se les preguntó acerca de las cuestiones que más importancia tienen en su vida, las y los jóvenes españoles situaron la igualdad de género en el cuarto lugar por orden de prioridades, quedando solo por encima la salud, la familia y la educación. Una conclusión que igualmente vemos reflejada en el informe Juventud en España 2020, publicado también de manera muy reciente por el Instituto de la Juventud de España (INJUVE), aunque no debemos perder de vista la brecha de género que advierten sus resultados: si bien más del 80 % de las mujeres jóvenes manifestó sentirse interesadas por las desigualdades de género, los hombres declaran que su interés en esta cuestión es mucho menor, por más que notable. Así, aquellos que apuntan un grado alto de interés no sobrepasan los dos tercios.
En vista de estos resultados, debemos reconocer el gran avance que se ha producido en la sociedad española. Si la juventud ha llegado a tal nivel de sensibilización en las cuestiones de género, es porque desde sus entornos más inmediatos (familia, escuela, grupos de amigos/as, medios de comunicación, etc.) se ha hecho un notable esfuerzo por educarles en igualdad. Pero en ningún caso deberíamos dar la tarea por concluida. En primer lugar, porque las mujeres en todo el mundo siguen enfrentándose a situaciones de desigualdad en muchos aspectos; y, en segundo lugar, porque la historia nos ha enseñado que cualquier conquista social corre el riesgo de involución si no terminan de construirse consensos amplios que impliquen al conjunto de la sociedad. En este artículo trataremos de identificar aquellas dimensiones donde todavía persisten las actitudes sexistas entre las personas jóvenes para plantear una reflexión hacia el mundo educativo.
Los estereotipos que todavía persisten
Una de las cuestiones que se estudiaron en el informe Jóvenes españoles 2021 fue la percepción de la juventud con respecto a algunos de los estereotipos asociados al género.
El aspecto en el que se registra un consenso mayoritario (tres cuartas partes de los y las jóvenes) está relacionado con la idea de que tanto hombres como mujeres pueden ser igualmente felices sin necesidad de tener una pareja. No obstante, cabe destacar que cambia ligeramente la perspectiva, y aumenta el porcentaje a 82,2 % si es la mujer quien puede ser feliz sin pareja, frente un 79 % en el caso de que lo pueda ser un hombre.
Existen otras cuatro afirmaciones en las que una mayoría (que, aunque variable, supera más de la mitad de las personas entrevistadas), está en desacuerdo con aspectos relacionados con el cuidado, el control y la protección:
- Nadie como las mujeres sabe criar a sus hijos (67,1 %).
- Los hombres deberían estar dispuestos a sacrificar su propio bienestar con el fin de proveer de cuidados a sus mujeres (66,5 %).
- Para que una mujer esté segura debe permitir que un hombre la proteja (76,1 %).
- Los hombres deben controlar con quién se relacionan sus novias (80,3 %).
Finalmente, aparecen tres ámbitos en los que predomina una discrepancia más o menos acusada que alude a diferentes temas.
Por un lado, un 40,8 % frente a un 47,2 % cree que las mujeres suelen interpretar comentarios inocentes como sexistas, y un 48,8 % con respecto a un 42,2 % piensa que las mujeres tienen una mayor sensibilidad hacia los sentimientos de los demás que los hombres.
Y, en último término, encontramos la destacable cifra de un 55,1 % que afirma estar de acuerdo con que, en nombre de la igualdad, muchas mujeres intentan conseguir ciertos privilegios.
Otro dato de interés que nos atañe, y que el informe Jóvenes españoles 2021 también destaca, es la relación entre los niveles de estudios y las percepciones en torno a los estereotipos de género. Tal y como puede observarse, el nivel de estudios sí influye, en muchos casos, a que se tengan percepciones más igualitarias en torno al género. No obstante, en los aspectos destacados anteriormente, se sigue sin encontrar grandes diferencias (el 52,3 % de jóvenes con estudios universitarios cree que muchas mujeres intentan conseguir ciertos privilegios en nombre de la igualdad, apenas un 1 % de diferencia con los que cuentan con estudios primarios).
A la vista de estos resultados, cabe preguntarse si se está educando a los y las jóvenes en igualdad de género y cómo se está haciendo.
Se observa claramente una notable asimilación por parte de la juventud del discurso emancipador de las mujeres, que en general, salvo una no tan pequeña minoría que no debería ignorarse deja atrás la tolerancia hacia conductas más protectoras y de infantilización.
Sin embargo, permanece todavía la creencia de que los estereotipos como la sensibilidad, los cuidados o la belleza (probablemente incluida en los comentarios inocentes sexistas) están estrechamente ligados a las mujeres. Todo ello es algo que no puede dejar de analizarse desde la perspectiva de la educación social (y no únicamente de lo impartido en escuelas) en el género asignado a cada sexo que seguimos arrastrando; ya que si echamos un vistazo a nuestra sociedad, aún encontramos juguetes diferenciados para niñas y para niños, por ejemplo. Nos encontramos con que esos juguetes reservados para niñas, y representados en colores rosas, tienen que ver con los cuidados, las tareas domésticas, la maternidad, la estética y la belleza, así como el desarrollo de la empatía, sensibilidad y emocionalidad afectiva. Nada que ver con aquellos reservados para los niños, más relacionados con la actividad física, la acción, la violencia, la competitividad y los desarrollos matemático-espaciales que, al mismo tiempo, suelen llevar consigo colores azules u oscuros.
No obstante, esa educación no termina en las etapas infantiles. Los modelos e influencias sociales dedicados al mundo adulto y que continúan educando a los y las adolescentes, se centran, entre otras muchas cosas, en una publicidad y una cultura audiovisual que sigue representando a la mujer en función de estos estereotipos de género mencionados. Las diferencias estéticas (maquillaje, vestimenta, sexualización) o el lenguaje no verbal de los cuerpos de las mujeres (posturas en publicidad que simbolizan sumisión, delicadeza, fragilidad, ternura o inocencia) son solo ejemplos de cómo existe una educación incidental, directa y eficaz que cala en los cerebros y contribuye a la perpetuación de los estereotipos de género.
Percepciones en torno a la desigualdad
En el marco del informe Jóvenes españoles 2021, también pedimos a los y las jóvenes que valorasen la situación de las mujeres con respecto a los hombres en una serie de ámbitos. En este sentido manifestaron mayoritariamente que la situación de las mujeres es peor en los siguientes casos:
- En lo que respecta a los salarios (un 45 %).
- La presencia en puestos de toma de decisiones en el ámbito empresarial (un 43 %) y político (un 41 %).
- El reparto de tareas (un 42 %) y responsabilidades en el hogar (un 40 %).
- El trato recibido en las redes sociales (un 42 %).
Hay otra serie de ámbitos en los que la opinión de los jóvenes se decanta por señalar que existe igualdad entre los hombres y las mujeres en España:
- Es claro para el caso de la educación: un 58 % de los jóvenes piensa que hombres y mujeres tienen las mismas posibilidades para seguir estudiando, y un 22 % manifiesta que las mujeres tienen incluso mayores posibilidades. Un resultado que muy probablemente se relaciona con el mejor nivel de integración y éxito que tienen las mujeres jóvenes en el sistema educativo español.
- El otro ámbito señalado es curiosamente el laboral: exceptuando los salarios, los jóvenes opinan en mayor proporción que la situación de hombres y mujeres es igual a la hora de encontrar empleo (un 40,5 %), en la estabilidad en el puesto de trabajo (un 40 %) y en la promoción profesional (un 39 %). Hay incluso entre un 13 % y un 17 % de jóvenes que sostienen que la situación de las mujeres es mejor que la de los hombres en estos tres aspectos. ¿A qué se debe esta percepción? La explicación más probable debemos buscarla en la situación de precariedad laboral que afecta a los jóvenes de manera generalizada, donde las desigualdades entre hombres y mujeres son mucho menores que en el resto de la población adulta. Por tanto, la perspectiva que tienen desde su realidad inmediata es la de estar igualados en la precariedad.
Ahora bien, en esta cuestión hallamos una notable diferencia entre la opinión de hombres y mujeres jóvenes. Ellos se posicionan muy claramente en que existe igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos considerados. Para ellas es justo lo contrario: exceptuando las posibilidades de seguir estudiando, consideran que la situación es claramente peor.
Este es un aspecto de una notable importancia, ya que si en términos generales los varones no son capaces de percibir las desigualdades (o, dicho de otra manera, consideran que la igualdad ya ha sido alcanzada), habrá más posibilidades de que desarrollen un sentimiento de agravio o de rechazo hacia cualquier medida o política pública en favor de la igualdad, considerándola injusta o ventajista para las mujeres. No por nada, el 63 % de ellos opina que “en nombre de la igualdad, muchas mujeres intentan conseguir ciertos privilegios”.
Para finalizar, nos gustaría incidir en una idea sobradamente constatada en la bibliografía y los estudios especializados: la presencia de actitudes sexistas, tanto visibles como enmascaradas entre los jóvenes, dificulta la consecución efectiva de la igualdad de género (León y Aizpurúa, 2019; Rodríguez y Megías, 2015).
En el gráfico se muestra una representación abreviada del cruce entre las dos cuestiones que hemos analizado en este artículo.
- Como se observa claramente, los y las jóvenes que se mostraron de acuerdo con las afirmaciones que, como recordamos, reproducían estereotipos de género y actitudes sexistas, contestaron en mayor proporción que la situación de las mujeres en España es igual o incluso mejor que la de los hombres.
- Y, en sentido contrario, los y las que rechazaron el estereotipo de género pasan por mostrar una mayor capacidad para percibir la desigualdad.
Reflexiones finales
Tras estudiar estos datos, conviene recuperar las preguntas que nos hacíamos anteriormente: ¿Se está educando a la juventud en igualdad de género? ¿Cómo se está haciendo?
No cabe duda de que los estudios en igualdad de género se están colando en las aulas y van matizando los discursos de intelectuales y personalidades en política. Sin embargo, quizá se requiera hacerlo a un mayor ritmo y aumentar las horas dedicadas al aprendizaje para la igualdad, así como fomentar una transversalidad que permita incorporar la perspectiva de género en todas las materias que componen nuestro sistema educativo. De esta forma podría verse con más facilidad que no se trata de un conjunto de teorías aisladas que aluden a situaciones abstractas, sino que se refiere a un problema estructural que afecta a toda la ciudadanía en todos los aspectos de la vida, tanto privada como pública.
Por tanto, el sistema educativo tiene el compromiso con la sociedad de ir sembrando en los y las más jóvenes la semilla de la igualdad de género, cuyos frutos sean la deconstrucción de los esquemas jerarquizados y androcéntricos de mirada masculina e interiorizada de las futuras generaciones.
Aunque, probablemente, no baste con distribuir dosis de conocimiento teórico que, con dificultad, se encarguen de ir calando en el inconsciente colectivo y se manifiesten en las acciones de cada individuo. Posiblemente, sea necesario incorporar a esos discursos todos aquellos ejemplos mencionados, y otros muchos, que encontramos en la sociedad, analizarlos en el aula y concienciar a los y las jóvenes para que se tornen críticos con ellos y frenen su propagación.
A pesar de que el sistema educativo no pueda tener la responsabilidad absoluta en cuanto a la educación en igualdad de género, y la sociedad, los medios o las redes sean una potente fuente educativa que resulta cómplice de la reproducción del sexismo, es de suma importancia equipar al sistema educativo de recursos, espacios y dedicación para una enseñanza feminista real y significativa que permita el cambio social llevado a cabo por las generaciones más jóvenes.
Ana Howe y Ariana Pérez
Bibliografía
- LEÓN, C. M. Y AIZPURÚA, E. (2020): “¿Persisten las actitudes sexistas en los estudiantes universitarios? Un análisis de su prevalencia, predictores y diferencias de género”. Educación XX1, 23 (1), 275-296. DOI: https://doi.org/10.5944/educxx1.23629.
- RODRÍGUEZ, E. Y MEGÍAS, I. (2015): ¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia. Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud / FAD. DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.3653945.